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sábado, 14 de diciembre de 2024

Cristina Zuccardi tras el fallo de la Corte mendocina: “La sentencia es el fin del relato marketinero de Familia Zuccardi”

La Corte Suprema de Mendoza definió un disputa hereditaria que dividió a los tres hermanos Zuccardi. Y enfrentó al patriarca con sus dos hijas.



“A mi hermano José Alberto lo he visto en el entierro de mi madre Emma que fue en 2020, después sólo  en las audiencias de conciliación en el transcurso de este juicio”, dijo Cristina Zuccardi a diario PERFIL. Su hermano es José Alberto Zuccardi, empresario vitivinicola, titular de famosos vinos y bodegas de Mendoza.


Ambos hermanos se enfrentaron en un juicio por la herencia familiar, una disputa que comenzó hace treinta y dos años, luego devino en juicio en 2018, y tuvo ahora su acto final en la Corte Suprema de Mendoza con un fallo unánime a favor del reclamo de Cristina Zuccardi. En lo económico, la sentencia definió que el empresario debe compensar a su hermana con unos doce millones de dólares, más intereses.


Cristina, José Alberto y Emma Inés son los tres hijos que tuvieron José Zuccardi y Emma Cartellone. Hasta 1986, los los tres hermanos tenían igual cantidad de acciones, esto es el 14 por ciento de las tres empresas familiares: las constructoras Cimalco S.A y Cimalco Neuquén S.A.; y La Agrícola S.A , que es la que  comprende Viñedos y Bodega Familia Zuccardi. “Hasta entonces, trabajábamos juntos como grupo de empresas de familia, compartiendo cotidianeidad, oficinas, reuniones,…”, cuenta Cristina Zuccardi a PERFIL.


Quiebre familiar. Pero en 1992,  el matrimonio Zuccardi-Cartellone hace un adelanto de herencia y distribuyen entre sus tres hijos y en iguales porcentajes –22 por ciento para cada uno–, las acciones que tenían en las dos mencionadas constructoras; y donan el 100 por ciento La Agrícola S.A. al único hijo varón. Para compensar esa situación, José Zuccardi (padre) agrega que se compense a sus dos hijas con la entrega de una cantidad de litros de vino blanco escurrido durante diez años “prorrogables en caso de malas cosechas y sin intereses”, dice uno de los informes. Y todo esto da inicio al quiebre familiar de los Zuccardi. Y para Cristina, después de cumplidos ciertos plazos legales, la presentación de una demanda ante lo que describe como “la injusticia del reparto y la falta de respeto por parte de los padres de las normas del derecho sucesorio que asegura a los herederos -con algunos límites- una porción (legítima) de los bienes de sus mayores”.


— ¿Hay algún motivo para que sean “litros de vino blanco”?


—La “compensación” que fue una burla, fue estipulada en el equivalente al vino más barato del mercado.  El vino blanco escurrido forma parte de la base del consumo interno de vinos en Argentina, es en botellas de vidrio de 700 centímetros cúbicos y en cajas tetra brik.


—¿La reconfiguración de la herencia en 1992 fue una sorpresa para los tres hermanos?


— Fue dinamita en la familia. Un gran error. Sufrí presiones de todo tipo y amenazas por parte de mi padre, y también de mi madre.


—¿Sus padres temían que sus hijas no supieran conducir La Agrícola y por eso la dieron al único hijo varón?


—Tal vez, no sé con qué elementos. Yo soy ingeniera agrónoma, me había matriculado en aquellos años firmando los proyectos exigidos para acceder a los beneficios de la ley de promoción vigente que exigen firma profesional, ¡Qué paradoja! Eso permitió el desarrollo de cientos de hectáreas en El Marcado (ahí funciona Bodega Santa Rosa, de los Zuccardi) cumpliendo el requisito con mi firma. Aún hoy se exhiben logros en esa propiedad en las campañas publicitarias.


—¿No intentó hablar con su padre por los porcentajes?


— Desde el mismo momento de los hechos, en la reunión convocada por mi padre para comunicar el tema en la casa familiar, planteé–mirándolo a los ojos– que lo que pretendía hacer era un despojo: pasaba de ser parte en igualdad con mis hermanos a ser literalmente desterrada y despojada junto a  mis tres hijos chicos y mi marido. En mi familia lo único que valía era el trabajo, si te sacaban del trabajo, te sacaban de sus vidas.


—¿Qué respuesta tuvo?


—Que el fruto de su trabajo les pertenecía y que por tanto podían hacer con lo de ellos lo que quisieran. Igualmente en el expediente judicial hay una nota de puño y letra de mi padre ofreciendo a mi hermana y a mí, diez años después de lo sucedido, duplicar la compensación para “terminar con los problemas a ustedes los separan”. Nunca se cumplió.


—¿Qué cree que pasó?


—Sospecho que , con los años, mi padre, reconociendo equivocaciones, quiso desandar algo del camino que impuso. Pero allí ya se encontró con su invento, como Victor Frankenstein: el “nuevo dueño, y su familia, empoderado y apoderado”; y que sostenido por un relato, ya no accedió a las peticiones de quien lo creó.


—¿Y su madre que decía?


—Ella siempre fue testigo de mi resistencia y hablé con ella antes de abrir las acciones judiciales. A mi madre le habían hecho lo mismo en su familia y lo repitió con nosotras. Ahora estoy iniciando acciones por la herencia legítima que me corresponde por mi madre. Estoy decidida a que esta “costumbre” se erradique del clan familiar para siempre.


—¿A qué se refiere?


—El sufrimiento de la expulsión y el no reconocimiento del propio linaje es muy dañino identitariamente. Y no solo para mí, sino para mis hijos porque se configuran nuevas jerarquías  entre los nietos. Si bien debe materializarse la condena establecida en la sentencia, ya está escrita “la verdadera historia” , y el fin del relato marketinero de “Familia Zuccardi”.


—Su padre murió en 2014, su madre en 2020, ¿en la viudez ella no intentó hacer un nuevo acuerdo?


—No,  trató de hacerse parte del juicio para defender a mi hermano José. Le mintió en la cara a mi hermana Emma Inés diciendo que no había hecho testamento, cosa que se demostró falsa al iniciar su sucesión (la de mi madre): le dejó toda la porción de libre disponibilidad nuevamente al varón.


—¿Cómo era la relación entre los tres hermanos?


—Una relación fraterna normal y corriente, siempre intermediada por mis padres. Soy la mayor, mis sentimientos siempre fueron de protección hacia mis hermanos menores José Alberto y Emma Inés, que es arquitecta.


—¿No se unieron para que sus padres revean lo hecho?


—No. José fue el beneficiario directo, y su ex mujer, Ana Amitrano, exigió y condicionó. Así, sus tres hijos se convirtieron en la parte elegida del clan familiar, y se empezó la construcción del relato de que todo fue hecho por ellos. Pero es público que mis padres dedicaron todo el esfuerzo de su vida útil a La Agrícola.


—¿Cuando se reunió la familia completa por última vez?


—Hubo una última mesa servida una semana antes de la reunión en la que le dije a mi padre “esto es un despojo”. Con un dolor tremendo en el alma me paré y me fui.


—¿Y con su hermano José?


—Creo que el 29 de diciembre de 1991. Luego,no hubieron más encuentros familiares.  Sí, me encontré en las instancias judiciales de conciliación donde, escuché su “relato” –alejado de la verdad –y sostenido– solamente en la voluntad de mi padre, no en lo que correspondía por derecho.


—¿Su hermana Emma Inés no presentó demanda alguna?


—No. Soy respetuosa de su proceso. Ella siempre sufrió  y siempre pidió a mi padre que nos dejara acordar entre nosotros tres. También reclamó ver papeles con los números, y cada vez que lo persuadía a  padre de ver algo, mi hermano se negaba.


—¿El fallo que Ud. recibió la comprende a ella también?


—No.


—¿Cómo es la relación entre los primos?


—No hay relación. No sé qué explicación les dieron a los  tres hijos de mi hermano José Alberto. No sé cómo les explicaron que les arrancaron una familia sustituyéndola por lo que mi hermano llama la “familia del trabajo”. Ahora grandes, ya con sus hijos, se darán cuenta que una familia se construye de otra forma.

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