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viernes, 12 de julio de 2024

Los 11 trucos que debes poner en práctica si quieres ser más productivo y conseguir todos tus objetivos

¿Quién no ha deseado alguna vez ser más productivo? Ser capaz de trabajar más en menos horas y, sobre todo, obtener los mejores resultados posibles sin que haya procrastinación de por medio. Y es que, muchas veces, los proyectos que más nos cuestan no tienen por qué ser los más difíciles de ejecutar, sino aquellos en los que más nos cuesta ponernos a trabajar o en los que tenemos mil distracciones que nos alejan de nuestros objetivos.



No todo podemos achacarlo a ser vagos o a nuestra despreocupación. Normalmente va más allá. Son momentos en los que, por mucho que sepamos que tenemos mil cosas que hacer, no somos capaces de cumplirlas. Cuanto más cosas tengamos en nuestra lista de tareas, peor. Nos proponemos trabajar duro, ir al gimnasio, cuidar nuestro bienestar y tener algún hobby y la mitad de días no somos capaces ni de completar la mitad.


Somos nosotros quienes debemos tomar la decisión de hacer un cambio en nuestras vidas que nos permita tener éxito y seguir avanzando hacia nuestros objetivos. Hemos recopilado 9 trucos que pueden ayudarnos a ello y, aunque no tengamos que adoptar todos en nuestra vida, sí que podemos elegir aquellos que se adapten más a nuestra personalidad y método de trabajo.


Cómo ser más productivo

Hacer listas de tareas


Las listas de tareas no solo deben implicar lo que tenemos que hacer en nuestro hogar o nuestra compra del supermercado. Resulta muy útil apuntarlo todo: desde lo que tenemos que hacer en el trabajo hasta nuestras citas con el médico, pasando por ideas creativas que se nos vayan ocurriendo o algún libro que queramos leer.


Podemos hacerlo en una libreta o en el móvil pero, de cualquiera de las dos formas, podremos organizar nuestras ideas. Visualizando la cantidad de cosas por hacer podemos comenzar a encontrarles por fin hueco (y, además, no se nos olvidarán).


Establecer prioridades


Lo mejor será ordenar dichas listas por prioridad, según lo que más nos urja o la fecha límite que tengamos para ciertas tareas. También hemos de detallar los pasos que conlleva cada tarea. Por ejemplo, si queremos escribir un libro, hemos de contar que previamente hay una fase que implica recabar información. O, si queremos lanzar una marca, hemos de tener en cuenta todo el estudio previo que ello requiera.


Cuando no apuntamos todos los pasos, tendemos a subestimar el tiempo y esfuerzo que nos ocupan cada tarea, provocando que cada vez vayamos retrasándolas más. El dividirlas en partes más pequeñas también nos ayudará a organizarnos mejor y a ver cómo vamos consiguiendo pequeñas cosas.


Conocer bien nuestros horarios


Cada persona funciona de una forma completamente distinta. Hay quienes trabajan mejor por la mañana y quienes lo hacen mejor por la tarde. Hemos de conocernos para saberlo y, a partir de ahí, agrupar las tareas más complicadas o creativas en las horas en las que solemos estar más concentrados, elaborando una especie de horario diario.


Dedicarnos solo a una cosa


Muchas veces el problema reside en que queremos hacer mil cosas a la vez. Cuando tenemos claro un objetivo, debemos convertirlo en nuestra prioridad. Por ejemplo, si queremos escribir un libro, debemos dedicar todo nuestro tiempo libre a ello, evitando todas las distracciones. Si lo hacemos desde el ordenador, podemos desconectarlo de Internet y así no caer en posibles tentaciones.


Establecer fechas o tiempos límites


Hay proyectos o tareas que tenemos que llevar a cabo con las que no tenemos que rendir cuentas a nadie y, así, acabamos relajándonos y procrastinando aún más. En ese caso, debemos ser nosotros mismos quienes establezcamos los límites de tiempo que tenemos para hacer algo concreto. Puede ser un recordatorio en el calendario, un temporizador o, si se trata de una tarea pequeña, otras formas de medir el tiempo, como lo que tarda el café en hacerse.


Adaptar el método Pomodoro a nuestras necesidades


El método Pomodoro consiste en dividir nuestras jornadas en franjas de tiempo determinadas. Normalmente, de 25 minutos, tomándonos un descanso de 5, antes de comenzar un nuevo período. Para aquellas personas a las que les cuesta concentrarse, 25 minutos puede ser mucho y deben adaptarlo a sus propios tiempos.


Podemos empezar trabajando 20 y, si nos vemos concentrados, seguir. Si no es así, nos tomamos un breve descanso antes de seguir (pero breve de verdad). Poco a poco, notaremos como cada vez somos capaces de trabajar de seguido durante más tiempo.


Buscar alternativas


Si no podemos llegar a todo, no debemos torturarnos. Simplemente buscar alternativas a la tarea que teníamos planificada. Por ejemplo, si pretendíamos ir al gimnasio pero no nos ha dado tiempo, podemos hacer un entrenamiento de 15 o 20 minutos en casa.


Ver nuestras tareas como oportunidades, no como obligaciones


Esto consiste en cambiar nuestra mentalidad. No será fácil pero hemos de intentarlo. En vez de pensar en cómo de irritante es vernos obligados a hacer algo, ver todo aquello que tengamos que hacer como nuevas oportunidades. Por ejemplo, todos nuestros proyectos laborales serán oportunidades para seguir avanzando en nuestra carrera.


Simplemente empieza


Al final, lo más importante a la hora de hacer algo es el comienzo. Es lo que, por lo general, más nos cuesta, pero una vez que lo empezamos, todo suele ir rodado. Seguramente cometeremos fallos, pero simplemente podremos arreglarlos más tarde

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