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miércoles, 29 de mayo de 2024

Los motivos más frecuentes por los que los tribunales españoles anulan los testamentos

Escribir un testamento antes de morir es esencial para poder distribuir nuestros bienes de la mejor forma que queramos y una gran ayuda para los herederos, ya que evita posibles conflictos. Sin embargo, como cualquier otro documento oficial, existen casos en los que pueden ser anulados por parte de un juzgado.



Lo primero que hay que entender es como se hace un testamento. Lo más común es acudir a un notario, que se encargará de certificar que todo está correcto en el momento. Sin embargo, también se puede tener un testamento cerrado que no será abierto por el notario hasta la muerte del autor y deberá validarlo a posteriori.


Por último, existe otra forma de hacer este trámite, que es mediante un testamento ológrafo. Este es el que está escrito de puño y letra por el testador, hecho sin un notario delante, y que tiene que ser validado por un juez tras el fallecimiento. Es indispensable que esté fechado y firmado o perderá su validez.


Una de las causas más comunes por las que se anula un testamento es la incapacidad del testador. Según recoge el artículo 661 del Código Civil “pueden testar todos aquellos a quienes la ley no lo prohíbe expresamente”. El primer grupo que está fuera de la ley son los menores de 14 años y los segundos los que “habitual o accidentalmente” no se hallen en su “cabal juicio”.


Pero, ¿Qué se entiende por falta de cabal juicio? Según la jurisprudencia española, cualquier alteración psíquica que impida al testador comprender lo que esta haciendo. Puede ser por enfermedades de demencia, sobre todo habituales en personas mayores, cuyo riesgo de vulnerabilidad es mucho mas alto, especialmente, cuando siendo muy mayores y en momentos cercanos al fallecimiento y, generalmente, padeciendo enfermedades que afectan a su capacidad.


Para que estos casos sean avalados por un juez, tienen que estar debidamente acreditados. Por ello se tendrá que acompañar de algún informe psiquiátrico que defienda la tesis presentada. Esto crea una dificultad enorme si se busca la nulidad tras la muerte del testador, porque no se pueden pedir análisis nuevos y solos e puede trabajar con los ya realizados.


La escritura de un testamento siempre debe realizarse de forma libre. En el caso de que el testador haya sido coaccionado o amenazado de la manera que sea para llevar a cabo dicho documento o simplemente añadir algún apartado concreto, podría acabar siendo anulado.


Como el caso anterior, estás coacciones que supondrían un vicio del consentimiento, deberán estar debidamente acreditadas o el juez no podrá declarar su nulidad.


La anulación de un testamento implica que las disposiciones contenidas en dicho documento pierden validez legal, lo que impide su ejecución. Las consecuencias específicas derivadas de esta situación dependen de la existencia de otros testamentos y del estado de los herederos involucrados.


Si existe un testamento previo que sea válido, entonces este documento anterior entra en vigencia y la herencia se distribuirá conforme a las disposiciones establecidas en él. En caso de no haber otros testamentos, la herencia será distribuida según las normas de la sucesión intestada del Código Civil, siguiendo un orden de sucesión que incluye, en primer lugar, a los descendientes, seguido de ascendientes, cónyuge, parientes colaterales y, en último caso, el Estado.

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