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sábado, 18 de marzo de 2023

Poncio Pilatos y el lavado de manos más famoso de la historia ¿Quiso salvar a Jesucristo?

El paradójico papel de un romano en el juicio a un rebelde hebreo



La figura de Poncio Pilatos es una de las principales de la Semana Santa. Este personaje es, además, plenamente histórico. Si del propio Jesucristo se ha puesto en duda en ocasiones su historicidad, de Pilatos hay pruebas históricas de que fue el prefecto romano de Judea de los años 26 a 36 de nuestra era. El Evangelio nos cuenta que firmó la condena a muerte de Jesús de Nazaret, pero también que intentó indultarle de la pena de muerte dictada por el tribunal judío, y también por un acto que desde hace un año está muy en boga: lavarse las manos. Si bien él lo hizo tras confirmar la sentencia, para dar a entender que él no era responsable de esa muerte.


El puesto de prefecto de Judea, no era demasiado cómodo dada la fama de levantisco del pueblo judío. El por el emperador Tiberio, sucesor de Octavio Augusto, fue quien nombró a Pilatos. El erudito judío Filón de Alejandría, contemporáneo al misko, lo cita y lo describe como personaje duro e inflexible, además de corrupto. De hecho, su destitución se debió a malversaciones y crueldad. La segunda acusación habla del tacto que debía tenerse con un pueblo siempre al borde del levantamiento. El historiador romano Tácito avaló después su condición histórica, así como el hecho de que ordenase la ejecución de Cristo.


Poncio Pilatos y el lavado de manos más famoso de la historia ¿Quiso salvar a Jesucristo?

Sí llama más la atención el hecho de que un funcionario romano del carácter descrito se tomara, según cuentan los Evangelios, tanto trabajo hasta el punto de enfrentarse a sus peligrosos administrados para salvar de la ejecución a un -probablemente, a sus ojos- simple judío.


Según Filón, Pilatos usaba con sus administrados la política del palo y la zanahoria, que solía ser dejar de dar palos. En esta ocasión, en cambio, le vemos llegando al limite por defender a un hebreo al que otros hebreos habían presentado como reo de rebelión contra Roma. Quizá eso sí le llamara la atención. Finalmente, cede cuando se le dice que si libera a Jesucristo podrían llegar noticias a Roma de que ha liberado a un rebelde y ser destituido. Es entonces cuando se lava las manos.



El pueblo judío, muy celoso de su independencia y cultura, estuvo muchas décadas en guerra contra Roma pero en aquel momento tanto a las élites locales como las imperiales les convenía mantener la paz. En el año 66 tuvo lugar una gran rebelión contra Roma que concluyó en la toma de Jerusalén por Tito y la destrucción del Templo. De los años 115 al 117 tuvo lugar una segunda rebelión, que abarcó todo el Mediterráneo Oriental, conocida como Guerra de Kitos.


Finalmente de 132 l 135 tuvo lugar la Rebelión de Bar Kochba, en Judea, que fue sofocada por varias legiones al mando del emperador Adriano, pero con enormes pérdidas: en el informe al Senado no se incluyó la fórmula habitual "yo y las legiones estamos bien".Jerusalén fue de nuevo arrasada, se cambió el nombre de la región a Palestina en memoria de los filisteos, enemigos tradicionales de Israel y es a partir de esta guerra cuando empieza la diáspora judía, pues la mayoría de la poblacion de Judea murió, o fue esclavizada y exiliada.


Poncio Pilatos y el lavado de manos más famoso de la historia ¿Quiso salvar a Jesucristo?

Los Evangelios, en los que se narra el encuentro entre Jesucristo y Poncio Pilatos, fueron escritos según los historiadores entre 68 y 110. En ese momento los primitivos cristianos, probablemente considerados poco más que una de las muchas sectas judías por ojos externos a ellos, seguramente tuvieran bastante interés en distinguirse precisamente de ese pueblo que en la época se sublevaba una y otra vez contra Roma.


Los Evangelios canónicos actuales, los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, fueron elegidos como canónicos en el concilio de Nicea, convocado por el emperador romano Constantino en el año 325, descartando la Iglesia otras versiones sobre la vida de Cristo.


Judíos eran Jesucristo y sus discípulos, pero en este caso el papel compasivo, más o menos, corresponde a un romano. Como dice una sentencia española, "caray con el ****** de Pilatos, que casi nos deja sin Semana Santa".

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