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sábado, 18 de marzo de 2023

El Hogar Obrero. El amargo final del gigante cooperativo que se quedó sin cooperación

Justo cuando más se lo necesitaba, apareció en escena, acompañó el ingreso de la Argentina en el siglo XX y se convirtió en uno de los protagonistas centrales en la economía nacional: el Hogar Obrero, que de él se trata, llegó a consolidarse como la cooperativa más importante del país, pero no pudo resistir la hiperinflación de fines de los ochenta ni el plan Bonex de 1990, perdió los ahorros de toda la vida de muchos asociados y languideció poco a poco.


La cooperativa de vivienda

El Hogar Obrero fue fundado gracias principalmente al impulso de Juan B. Justo y Nicolás Repetto, junto con Enrique Dickman, Ángel Gimenez y otros quince miitantes del recientemente creado Partido Socialista. Luego se sumaron treinta impulsores más y el 30 de julio de 1905 sesionaron en lo que fue la asamblea fundacional de esta cooperativa.

Tal como se cuenta en el libro El Hogar Obrero. Un siglo de vivienda cooperativa (publicado por el Instituto Argentino de Investigaciones de Economía Social), de Renée Dunowicz y Fernando Villaveirán, como antecedentes del sector en el país funcionaban sociedades privadas de edificación y préstamo, que proliferaron a partir de 1900, como una de las únicas alternativas de crédito para vivienda obrera y de sectores medios.

"El Hogar Obrero nació como una cooperativa de vivienda. Según sus estatutos, el objetivo era dar crédito a sus asociados para la adquisición de sus viviendas y para otros fines establecidos por los reglamentos de la sociedad. También podría hacer construcciones para alquilar", se relata en la publicación mencionada.

El edificio de la cooperativa en la calle Giribone

Como institución pionera en el campo del cooperativismo tuvo, en palabras de uno de sus fundadores, un origen modesto, común a todas las grandes y genuinas cooperativas del mundo, y por su trayectoria llegó a ser un actor protagónico en la vida política y económica de la Argentina. "En el campo habitacional fue pionero en observar las necesidades de miles de familias que no disponían de un hábitat mínimamente adecuado, y en proponer una solución original para dar respuesta a esas carencias, anticipándose a la actuación directa del Estado", se narra en el libro citado.

Eran épocas en las que el problema habitacional en el país era público y notorio. Basta solo recordar que en 1907 estalló una huelga de inquilinos que se negaron a pagar los aumentos de los alquileres y fueron violentamente reprimidos por la policía, a cargo del comisario Ramón L. Falcón. Por eso, el Hogar Obrero se planteó como objetivo captar el ahorro popular y aplicarlo a la construcción de viviendas o a la adjudicación de créditos individuales a sus asociados.

Luego de obtener su personería jurídica, comenzó con las obras: levantó numerosas viviendas, hizo el primer barrio obrero de la argentina y construyó el primer edificio de viviendas colectivas, al que le siguieron un segundo, un tercero, un cuarto. Y así, hasta llegar al séptimo. Al mismo tiempo, el Hogar Obrero ya había empezado con gran éxito a entregar créditos a sus asociados.

La producción de viviendas de manera directa por parte de la Cooperativa fue un sistema que creció en paralelo a la cesión de créditos individuales para la construcción por parte de los asociados. En pocos años, las viviendas construidas directamente por la entidad aumentaron en cantidad y en diversidad.

En forma paralela, ingresó en el rubro del consumo y el 1° de octubre de 1913 se iniciaron las ventas de lo que fue el primer almacén cooperativo. "El desarrollo del sector consumo fue paulatino y estuvo acompañado por ideas innovadoras, como el reparto a domicilio... La respuesta del sector consumo no solo alcanzó a los alimentos, sino que se extendió con la creación de nuevas secciones, como indumentaria y mueblería, que comenzaron a funcionar hacia 1945", recuerdan Dunowicz y Villaveirán.

Con un constante crecimiento, el Hogar Obrero atravesó firmemente las décadas del 20, 30 y 40, pero fue en los años 50, cuando copiando el auge del supermercadismo que se vivía en los Estados Unidos, revolucionó al sector comercial: lanzó Supercoop, adelantándose al boom de los supermercados privados que llegaría a la Argentina recién en los años 80.

"La Cooperativa fue, a su vez, pionera en la descentralización de la cadena de producción: así, gran parte de sus obras y servicios fueron organizados mediante la interacción con otras entidades. Para los años setenta, estableció una red de cooperativas asociadas que proveían de alimentos de marca propia a la cadena Supercoop", se describe en la obra citada.

Un antiguo anuncio de la Cooperativa el Hogar ObreroArchivo

Su rápido crecimiento en el supermercadismo lo impulsó a establecer también industrias propias, en las que producía desde panificados, hasta conservas, pasando por frutas, chacinados, lácteos y mucho más. Llegó a tener su cadena de rotiserías y a mediados de los 80 ingresó en un nuevo rubro denominado "Shopping Center", en el que fue precursor, con recordados centros, como el Spinetto Shopping. Fue, además, quien inició las obras del Shopping Abasto.

En 1989 se posicionó como la sexta empresa en importancia del país en el sector servicios y la más grande entre las privadas. Llegó a tener casi 2 millones de asociados, a contar con una red de 300 supermercados en todo el país y a dar trabajo a 14.500 empleados. Por su aporte a la comunidad fue reconocido con una Mención Especial de los Premios Konex en 1988.

Aquella cooperativa nacida unos socialistas soñadores, era ahora un monstruo comercial, que expandía sus tentáculos por toda la economía, se había transformado en un conglomerado económico que parecía invulnerable ante las crisis económicas y no paraba de crecer con nuevas aperturas. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que tira todo abajo.

Había logrado salir bastante airoso de la hiperinflación de mediados de 1989, pero no pudo hacer frente a la que sobrevino en diciembre de ese mismo año. Como consecuencia de esto, El Hogar Obrero fue incrementando sus pasivos y se empezó a financiar principalmente con los depósitos de sus asociados, hasta que en 1990, se vio seriamente afectado por el Plan Bonex (dispuesto el 28 de diciembre de 1989, por el gobierno de Carlos Saúl Menem), que lo llevó a perder más de 70% de su capital y le provocó una situación de insolvencia poco después.

Debido a eso, en marzo de 1991 llamó a concurso de acreedores, para salvarse de la quiebra y estableció un plan de pago respaldado por sus bienes. Así, logró sobrevivir, pero con gravísimos problemas financieros, bajo supervisión judicial y hasta con una intervención. Languideció poco a poco y ya nunca más volvió a ser lo que era.

En medio de su derrumbe, mucha gente perdió los ahorros de toda su vida. Estela, una empleada histórica de El Hogar Obrero, recuerda así aquellos días de caos y reclamos: "El estallido como tal fue un lunes por la mañana. El sábado anterior, por la tarde, las autoridades de la entidad nos informaron a todos los empleados que la administración dejaría de abrir sus puertas por un mes. Pasado el aviso a los empleados, se avisó a los noticieros y radios para que la información fuera divulgada. El lunes siguiente a ese sábado, empezó el desastre".

Según cuenta Estela, que prefiere no dar su apellido, la gente se acercó bien temprano a lo que hoy es el Shopping Caballito (que ahí estaban todas las tiendas del entonces Supercoop). "Sabiendo que la administración no estaría abierta, se hicieron dos recepciones en la planta baja, una en el ingreso de la Av. Rivadavia e Hidalgo, y la otra a la vuelta sobre la calle Rosario. Ahí estábamos los empleados que atendimos a más de una persona que, enfurecidos y desconcertados, venían a preguntar qué había pasado, a más de uno le parecía imposible que un gigante como El Hogar Obrero se cayera", rememora.

Foto del Edificio Juan B. Justo, construido y administrado por la cooperativa socialista de vivienda "El Hogar Obrero" en 1913 sobre la Avenida Martín García

El relato de Estela se entrecorta por la emoción, cuando dice que parecía un sueño que por momentos se tornaba una pesadilla cuando la gente se acercaba a insultar y maltratar a los propios empleados de la cooperativa. "Nosotros no sabíamos nada. Que fuéramos empleados no quería decir que supiéramos como iba a seguir la situación. Eran filas y filas de gente para preguntar, recibíamos a multitudes por día. En mas de una ocasión recibí insultos y agresiones verbales que me dejaron llorando, pero me la tenía que bancar, respirar hondo y seguir atendiendo. La única respuesta que podíamos darles era que se estaba analizando como hacer para devolverle la plata a la gente... nada más", comenta.

Aun así, en medio del dolor que todavía le produce rememorar aquellos convulsionados días en los que el gigante cooperativo se derrumbó, Estela, quizá como tantos otros, prefiere borrar de su memoria los recuerdos amargos y quedarse con los buenos momentos vividos en El Hogar Obrero, aquella que supo ser la más importante cooperativa de la Argentina.

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