Más allá de la obvia irregularidad que representa el hecho anterior, en la Inspección Nacional de Seguridad (IGS) recalcan que los efectivos en funciones "no pueden hacer ninguna actividad privada de ninguna índole, ni en las redes ni fuera de ellas, y mucho menos usando el uniforme o utilizando bienes del estado, como patrullas, etcétera".
-Supongamos que hay una fiesta y alguien invita a un policía a bailar un tema ¿Eso también sería una falta?
-Un policía no puede bailar mientras trabaja, excepto que lo haga fuera de su actividad y sin el uniforme.
El que respondió a la consulta hace algunos días fue Marcelo Puertas, director de la IGS, quien además subrayó que la sociedad civil debe estar atenta ante este tipo de hechos "porque el trabajo de los funcionarios públicos tiene justamente ese carácter: es público".
El caso de los policías alcoholizados de Maipú y otros antecedentes
El relato de los adolescentes que fueron abordados por los policías de Maipú dice que en la madrugada del lunes pasado, dos chicas y un muchacho menores de edad iban por la calle cuando se les acercó un móvil policial.
Adentro había un subcomisario y un auxiliar tomando cerveza Corona: les preguntaron a las jóvenes si tenían novio y al muchacho lo pusieron contra el móvil, lo requisaron y después le ofrecieron marihuana.
Siendo alrededor de las 6, una de las niñas llamó al 911 y contó lo que le había sucedido. Inmediatamente se identificó a los efectivos y se les abrió un sumario.
No es la primera situación insólita y seguramente no será la última. Meses atrás, también fue noticia el video que subió Alejandro Domínguez, que por entonces cumplía funciones en la Unidad Motorizada de la Policía de Mendoza. En la grabación, el hombre se postulaba para entrar al programa de TV Gran Hermano comentando que era bipolar, es decir, autodefiniéndose como incapaz para portar un arma.
En ese caso, en la IGS insisten en que ni siquiera hace falta que haya un video. Una fuente de ese organismo lo ilustra así: "suponete que vos estás en un asado y hay un policía que de repente dice 'la verdad es que yo estoy re loco'. Vos podrías denunciarlo anónimamente y se le harían pericias a esa persona".
Más atrás en el tiempo aparecen casos como el de una penitenciaria que se puso a bailar durante su turno e incluso la fiesta clandestina a la que convocó en enero de 2021 -plena pandemia- Rodrigo Munives, hijo del entonces director de Policía, junto a su colega Ariel Rodríguez. En esos casos hubo suspensiones por varios días.
Los policías Rodrigo Munives y Ariel Rodríguez en el video donde convocaban a asistir a una fiesta clandestina.
Y cómo olvidar aquella foto de 2018 que recorrió el país: Brian Exequiel Díaz Crespín se había escapado de la cárcel de Boulogne Sur Mer y la Policía lo ubicó poco después. Cuando lo agarraron en plena vía pública -y a pesar de que él había intentado escapar- uno de los efectivos hizo pública entre risas una insólita selfie. Otro sancionado.
Brian Exequiel Díaz Crespín el día en que fue capturado.
Huelga decir que no es un problema sólo de Mendoza. En 2018 Nadia Garro, oficial subayudante de la Comisaría de la Mujer del municipio bonaerense de Almirante Brown, fue sancionada por sacarse una foto que terminó circulando febrilmente por los grupos de Whatsapp de las seccionales.
La policía bonaerense Nadia Garro fue desafectada por esta foto. El límite entre la función pública y las acciones privadas a veces se desdibuja por la lógica de las redes sociales.
De política tampoco
"Nada de redes con uniforme -insisten desde la IGS-. Tampoco se puede opinar de política: en la época de las protestas fuertes para defender la ley 7.722 (que prohíbe el uso de ciertas sustancias en la minería de la provincia) hubo un par de penitenciarios que agredieron al Gobernador por Facebook. También se los detectó y se los sancionó".
Por eso hay algunos grupos online que sí permiten canalizar las opiniones de los uniformados y que suelen llamarse "Familiares de policías" o títulos similares. Ahí hablan los allegados a quienes trabajan en las Fuerzas de Seguridad. Como no son efectivos, pueden explayarse sin problemas.
Volviendo a las faltas como danzar, hacer asados en la comisaría o tomar cerveza en horas laborales ¿Son algo nuevo? Probablemente no. Se trata de un fenómeno que ahora, con la digitalización de lo cotidiano, se ha hecho más visible. Pero el problema es de vieja data.
Basta revisar algunos productos de la industria cultural para sospecharlo. En los noventa había una penosa tira televisiva protagonizada por Guillermo Francella en la que un grupo de actores intentaba renovar los mohínes más burdos de la picaresca mezclándolos con giros propios del cine de acción. El programa se llamaba "Brigada Cola" y el personaje principal se llamaba justamente "Francachela", casi naturalizando que en ciertos ámbitos se producían ese tipo de incidentes.
Como se ve, no es algo nuevo. Se requerirán esfuerzos cotidianos y permanentes si es que se quiere mejorar.
-Supongamos que hay una fiesta y alguien invita a un policía a bailar un tema ¿Eso también sería una falta?
-Un policía no puede bailar mientras trabaja, excepto que lo haga fuera de su actividad y sin el uniforme.
El que respondió a la consulta hace algunos días fue Marcelo Puertas, director de la IGS, quien además subrayó que la sociedad civil debe estar atenta ante este tipo de hechos "porque el trabajo de los funcionarios públicos tiene justamente ese carácter: es público".
El caso de los policías alcoholizados de Maipú y otros antecedentes
El relato de los adolescentes que fueron abordados por los policías de Maipú dice que en la madrugada del lunes pasado, dos chicas y un muchacho menores de edad iban por la calle cuando se les acercó un móvil policial.
Adentro había un subcomisario y un auxiliar tomando cerveza Corona: les preguntaron a las jóvenes si tenían novio y al muchacho lo pusieron contra el móvil, lo requisaron y después le ofrecieron marihuana.
Siendo alrededor de las 6, una de las niñas llamó al 911 y contó lo que le había sucedido. Inmediatamente se identificó a los efectivos y se les abrió un sumario.
No es la primera situación insólita y seguramente no será la última. Meses atrás, también fue noticia el video que subió Alejandro Domínguez, que por entonces cumplía funciones en la Unidad Motorizada de la Policía de Mendoza. En la grabación, el hombre se postulaba para entrar al programa de TV Gran Hermano comentando que era bipolar, es decir, autodefiniéndose como incapaz para portar un arma.
En ese caso, en la IGS insisten en que ni siquiera hace falta que haya un video. Una fuente de ese organismo lo ilustra así: "suponete que vos estás en un asado y hay un policía que de repente dice 'la verdad es que yo estoy re loco'. Vos podrías denunciarlo anónimamente y se le harían pericias a esa persona".
Más atrás en el tiempo aparecen casos como el de una penitenciaria que se puso a bailar durante su turno e incluso la fiesta clandestina a la que convocó en enero de 2021 -plena pandemia- Rodrigo Munives, hijo del entonces director de Policía, junto a su colega Ariel Rodríguez. En esos casos hubo suspensiones por varios días.
Los policías Rodrigo Munives y Ariel Rodríguez en el video donde convocaban a asistir a una fiesta clandestina.
Y cómo olvidar aquella foto de 2018 que recorrió el país: Brian Exequiel Díaz Crespín se había escapado de la cárcel de Boulogne Sur Mer y la Policía lo ubicó poco después. Cuando lo agarraron en plena vía pública -y a pesar de que él había intentado escapar- uno de los efectivos hizo pública entre risas una insólita selfie. Otro sancionado.
Brian Exequiel Díaz Crespín el día en que fue capturado.
Huelga decir que no es un problema sólo de Mendoza. En 2018 Nadia Garro, oficial subayudante de la Comisaría de la Mujer del municipio bonaerense de Almirante Brown, fue sancionada por sacarse una foto que terminó circulando febrilmente por los grupos de Whatsapp de las seccionales.
La policía bonaerense Nadia Garro fue desafectada por esta foto. El límite entre la función pública y las acciones privadas a veces se desdibuja por la lógica de las redes sociales.
De política tampoco
"Nada de redes con uniforme -insisten desde la IGS-. Tampoco se puede opinar de política: en la época de las protestas fuertes para defender la ley 7.722 (que prohíbe el uso de ciertas sustancias en la minería de la provincia) hubo un par de penitenciarios que agredieron al Gobernador por Facebook. También se los detectó y se los sancionó".
Por eso hay algunos grupos online que sí permiten canalizar las opiniones de los uniformados y que suelen llamarse "Familiares de policías" o títulos similares. Ahí hablan los allegados a quienes trabajan en las Fuerzas de Seguridad. Como no son efectivos, pueden explayarse sin problemas.
Volviendo a las faltas como danzar, hacer asados en la comisaría o tomar cerveza en horas laborales ¿Son algo nuevo? Probablemente no. Se trata de un fenómeno que ahora, con la digitalización de lo cotidiano, se ha hecho más visible. Pero el problema es de vieja data.
Basta revisar algunos productos de la industria cultural para sospecharlo. En los noventa había una penosa tira televisiva protagonizada por Guillermo Francella en la que un grupo de actores intentaba renovar los mohínes más burdos de la picaresca mezclándolos con giros propios del cine de acción. El programa se llamaba "Brigada Cola" y el personaje principal se llamaba justamente "Francachela", casi naturalizando que en ciertos ámbitos se producían ese tipo de incidentes.
Como se ve, no es algo nuevo. Se requerirán esfuerzos cotidianos y permanentes si es que se quiere mejorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario