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domingo, 11 de agosto de 2024

Las dudas y esperanzas de los habitantes del futuro "pueblo minero" de Mendoza

El piso se congeló en gran parte de la temporada. Nieve, viento helado y un clima hostil. Las familias de los puestos de Malargüe están acostumbrados a adaptarse. Hay una convivencia, un pacto tácito con el campo, y rutinas adaptadas. “Después de mucho tiempo ha sido un buen año. Hay trabajo”, dice Gabriel Jofré, uno de los referentes de las comunidades malargüinas. Ese departamento, que es una porción de la Patagonia en Mendoza, concentra las principales riquezas naturales de la provincia y, nuevamente, allí están puestas las expectativas productivas. Petróleo en el subsuelo, agua en sus glaciares y paisajes que atraen turistas. Pero sobre todo cobre y otros minerales en la cordillera, que son foco de atención del Gobierno para impulsar la minería metalífera en Mendoza.


El epicentro es el llamado Malargüe Distrito Minero Occidental, una enorme superficie de terreno (más de 20 mil kilómetros cuadrados) donde quieren explorar para buscar cobre. Allí viven, de manera dispersa y con costumbres arraigadas al campo, más de 500 familias en los puestos. Los movimientos son, por ahora, más políticos y administrativos que “en el campo”. Pero eso inquieta. “Esperemos que no sea como Portezuelo del humo”, dice irónicamente Jofré, al recordar la esperanza que se había sembrado con la obra Portezuelo del Viento y que nunca se concretó. Los habitantes de la zona esperaban ser consultados, pero aseguran que el proceso no se cumplió como corresponde. “Nosotros queremos ser consultados. No estamos diciendo que no, al contrario. Las personas quieren trabajar en la minería, quieren trabajar en el petróleo. Pero deben ser consultadas, el tema se tiene que debatir comunitariamente. Le hemos dicho formalmente a las autoridades, estuvimos en los talleres”, explicó Jofré. Los puesteros pasan el verano y el invierno en terrenos distintos.

En el Informe de Impacto Ambiental hay información demográfica y social. Pero tomada de estudios realizados para otras actividades. Según ese informe hay casi 500 puestos relevados. En el distrito Malargüe hay registrados 82 puestos. El Distrito Río Grande es el más importante y hay 297 puestos. En el Distrito Barrancas se censaron 52 puestos y en Agua Escondida 15 puestos.

La territorialidad es relativa, pues son familias acostumbradas al comportamiento trashumante; a la movilidad según la estación del año. En el invierno y el verano ocupan territorios distintos para poder desarrollar el pastoreo. En la época estival, suben a la cordillera alta donde los animales se alimentan. Justamente en la misma época del año se prevé realizar la minería exploratoria. En invierno, bajan a los puestos fijos con mayor reparo. De esa zona, por ejemplo, viene la carne de algunos de los restaurantes más exclusivos de Mendoza, incluso los que fueron premiados con estrellas Michelín.

Toda la dinámica está adaptada. Incluso la escolaridad de los niños y adolescentes, que en su mayoría cursan en escuelas albergue. El trabajo es lo que más preocupa, igual que el futuro. Malargüe sufre las idas y vueltas de la economía. Vivió una era de apogeo de recursos que se tradujeron en desarrollo. Ahora aparece una nueva promesa. Ya sufrieron dos frustraciones grandes en el Departamento. Primero, el derrumbe de Potasio Río Colorado, la mina de sales que llegó a emplear a más de 4 mil personas que quedaron en la calle de un día para otro. También la frustración de Portezuelo del Viento, la mega represa que iba a regular el Río Grande.Ubicación de los puestos cercanos a los proyectos mineros.

El departamento tiene historia en minería y aprovechamiento de los recursos naturales. El Gobierno puso el foco allí para impulsar la actividad y que sea una especie de experiencia testigo para el resto. En el lugar aclaran algunos conceptos. “Hablan de licencia social para la minería. Lo que hay en Malargüe es necesidad de trabajo. Hay mucha necesidad”, asegura el vocero de las comunidades.

En el Informe, se toman advertencias sobre los cambios y la migración que se produce en las familias de los crianceros. “El fenómeno actual de empleo migratorio está en estrecha relación con el proceso de urbanización de la Villa de Malargüe y la aproximación de las áreas rurales marginales a la ciudad. Si bien la migración de una parte de la juventud ha sido una estrategia de supervivencia familiar, este fenómeno ha ido en aumento, produciendo una disminución de la mano de obra en las unidades familiares de producción”, advierten. Como ocurre en otras zonas de Mendoza, el trabajo al que acceden no es el ideal, sobre todo entre las mujeres. “Las mujeres emigran a una edad más temprana que los hombres. Cuando alcanzan la adolescencia para trabajar en el servicio doméstico y los hombres son absorbidos por Ia industria de la construcción o la minería, especialmente por las compañías petroleras, como mano de obra no calificada”, explican.

En el IIA se describe a la comunidad que habita la futura zona minera. “Las formas de valorar y aprovechar los recursos naturales mediante el desplazamiento espacial, actualmente es conservada por los pequeños propietarios de cabras y ovejas, conocidos como “puesteros”, quienes han continuado practicando la trashumancia con el objeto de optimizar la alimentación del ganado”, describe el Informe de Impacto Ambiental. “Estas comunidades se caracterizan por ser economías de subsistencia, con una lógica orientada hacia la satisfacción de necesidades vitales, en lugar de buscar maximizar los beneficios económicos. Su racionalidad se centra en asegurar el sostenimiento y reproducción de la familia y la unidad de producción”, agregan, con una teorización sobre la actividad de esos pobladores.

Entre los puesteros hay varias familias que son parte de la comunidad mapuche. En el IIA aseguran que hay 14 comunidades mapuches que iniciaron los trámites de reconocimiento legal, pero a en todo el Distrito Minero solo 2 están dentro del Distrito.. En el relevamiento figuran: Lof Kupan Kupalme, Lof Malal Pincheira, Lof Ranquil-ko, Comunidad Agua de la Vaca, Lof El Altepal, Lof Laguna Iberá, Lof Buta Mallin, Lof Poñi We, Lof Limay Kurref, Lof Yanten Florido, Lof Epu Leufú, Lof Suyai Levfv, Lof El Morro, Lof Bardas Bayas. “De las 14 comunidades que cuentan con los tramites presentados para ser reconocidas como tales en el Registro Nacional y Provincial, solo 2 se encuentran dentro del Área de Estudio DMMO: la comunidad Lof Malal Pincheira y la Comunidad Lof Buta Mallin”, aseguran.

La comunidad MalalWeche es representantiva y tiene muchos vínculos institucionales y participación. Justamente esa es una de las características: el diálogo. “Nosotros queremos que haya diálogo, que nos consulten, escuchar y tener toda la información. Ya les hemos dicho. No vamos a cortar rutas porque estamos trabajando y no tenemos tiempo y además no es nuestra forma”, aseguró Gabriel Jofré.

La consulta y convivencia con quienes habitan el lugar está obligado por el Código de Minería (que obliga a tramitar permisos de los superficiarios) y por las leyes (como la ley ambiental y el Pacto de Escazú) que obligan a permitir el acceso a la información ambiental y a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales.

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