Expertos en educación explican las claves de esta técnica de estudio tan popular para mejorar (de verdad) el rendimiento académico.
Cuando tienes que preparar un examen y te enfrentas a los apuntes, lo primero que se suele hacer es empezar a subrayar títulos, subtítulos, fechas, definiciones… según vamos leyendo. Pues bien, olvídate porque lo estás haciendo mal desde el principio. Subrayar no es decorar una hoja. Hay que hacerlo con criterio para que realmente sea eficaz, así que guarda los subrayadores en el estuche y empieza por leer en diagonal todo lo que te entra en el examen. «Esta primera lectura rápida te permite ver lo largo que es el texto, si comprendes más o menos todos los conceptos, también compruebas si tienes muchas definiciones o datos que memorizar o no. En definitiva, se trata de una primera aproximación para enterarte de qué va el tema», explica Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Después de hacer esa primera lectura, ya puedes sacar los subrayadores del estuche porque vamos a leer el texto de nuevo y esta vez sí que los vamos a necesitar. Un consejo: mejor que los colores de los rotuladores no sean demasiado chillones para evitar la fatiga visual, sobre todo cuando el tema que tenemos que estudiar es muy largo. Usa, por ejemplo, azul, verde, naranja, amarillo y rosa.
Empezamos. En esta segunda lectura, que tiene que ser más reposada y larga que la primera, «es en la que vamos a ir localizando las ideas claves del texto. En este primer subrayado, destacamos los fragmentos más importantes, conceptos, definiciones, clasificaciones…», aconseja la experta. De momento, olvídate de títulos y subtítulos. Como habíamos dicho al principio, la clave para que esta forma de estudiar sea eficaz es trabajar el texto, entenderlo. No se trata de decorarlo para que quede bonito.
Símbolos, iconos o dibujos
Además, aunque hablemos todo el rato de subrayar, esta técnica va más allá de hacer trazos por debajo de determinadas frases o marcar con fluorescente los conceptos clave. También podemos usar símbolos, iconos o incluso hacer dibujos para llamar la atención sobre los que nos interesa destacar. Por ejemplo, pensemos en un texto que incluya muchas definiciones. Si las subrayamos todas, aunque sea con un trazo en azul muy finito, lo más probable es que tanta raya nos abrume y consigamos el efecto contrario al que buscamos, que nada destaque. Pues bien, una alternativa puede ser marcar las definiciones con corchetes o con una flecha, cada uno con lo que más le guste, de manera que cada vez que veas esos símbolos sepas que estás ante una definición que te tienes que aprender. También se pueden redondear palabras o hacer notas al margen.
Y en cuanto a los colores que podemos utilizar, existen tonalidades que potencian más la memoria que otras y nos ayudan a retener mejor la información, por eso es fundamental que usemos bien los subrayadores. Eso no quiere decir que solo se pueda usar un determinado tono para cada cosa. Esta técnica se puede adaptar a las preferencias de cada estudiante. Si prefieres el morado al rosa o el azul al verde no pasa nada, lo importante es establecer un código de colores y repetirlo cada vez que te enfrentes a una nueva materia.
Este es solo un ejemplo que puedes seguir para sacar el máximo rendimiento a tu tiempo de estudio. La recomendación general de los expertos en técnicas de estudio es hacer un subrayado destacado y grueso para resaltar las palabras específicas que se desean retener de un texto. Una línea fina puede ser útil para frases completas y más largas tipo las definiciones, mientras que el subrayado punteado se puede usar con los ejemplos.
La tercera lectura acaba con el subrayado de los títulos y subtítulos, justo al contrario de lo que hacen la mayoría de los estudiantes. ¿Por qué? «Porque no se hace tanto para aprender como para clasificar y organizar la información. Lo importante es trabajar y entender el texto. Títulos y subtítulos son accesorios», señala Sylvie Pérez. La experta insiste en que tampoco es necesario hacer todos los pasos del subrayado en un único día. «Se puede hacer por partes para ir reposando la información».
La última parte de todo este proceso es «revisar el subrayado y mirar si nos vale. El objetivo de esta técnica de estudio es poder leer y estudiar toda la materia en la mitad de tiempo que si no la hubiésemos subrayado». También es aconsejable utilizar esta técnica de estudio pensando en para qué la utilizamos.
1 - Primera lectura - Lee sin subrayar
Cuando tienes que preparar un examen y te enfrentas a los apuntes, lo primero que se suele hacer es empezar a subrayar títulos, subtítulos, fechas, definiciones… según vamos leyendo. Pues bien, olvídate porque lo estás haciendo mal desde el principio. Subrayar no es decorar una hoja. Hay que hacerlo con criterio para que realmente sea eficaz, así que guarda los subrayadores en el estuche y empieza por leer en diagonal todo lo que te entra en el examen. «Esta primera lectura rápida te permite ver lo largo que es el texto, si comprendes más o menos todos los conceptos, también compruebas si tienes muchas definiciones o datos que memorizar o no. En definitiva, se trata de una primera aproximación para enterarte de qué va el tema», explica Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
2 - Segunda lectura - Empieza el subrayado
Después de hacer esa primera lectura, ya puedes sacar los subrayadores del estuche porque vamos a leer el texto de nuevo y esta vez sí que los vamos a necesitar. Un consejo: mejor que los colores de los rotuladores no sean demasiado chillones para evitar la fatiga visual, sobre todo cuando el tema que tenemos que estudiar es muy largo. Usa, por ejemplo, azul, verde, naranja, amarillo y rosa.
Empezamos. En esta segunda lectura, que tiene que ser más reposada y larga que la primera, «es en la que vamos a ir localizando las ideas claves del texto. En este primer subrayado, destacamos los fragmentos más importantes, conceptos, definiciones, clasificaciones…», aconseja la experta. De momento, olvídate de títulos y subtítulos. Como habíamos dicho al principio, la clave para que esta forma de estudiar sea eficaz es trabajar el texto, entenderlo. No se trata de decorarlo para que quede bonito.
Símbolos, iconos o dibujos
Además, aunque hablemos todo el rato de subrayar, esta técnica va más allá de hacer trazos por debajo de determinadas frases o marcar con fluorescente los conceptos clave. También podemos usar símbolos, iconos o incluso hacer dibujos para llamar la atención sobre los que nos interesa destacar. Por ejemplo, pensemos en un texto que incluya muchas definiciones. Si las subrayamos todas, aunque sea con un trazo en azul muy finito, lo más probable es que tanta raya nos abrume y consigamos el efecto contrario al que buscamos, que nada destaque. Pues bien, una alternativa puede ser marcar las definiciones con corchetes o con una flecha, cada uno con lo que más le guste, de manera que cada vez que veas esos símbolos sepas que estás ante una definición que te tienes que aprender. También se pueden redondear palabras o hacer notas al margen.
Y en cuanto a los colores que podemos utilizar, existen tonalidades que potencian más la memoria que otras y nos ayudan a retener mejor la información, por eso es fundamental que usemos bien los subrayadores. Eso no quiere decir que solo se pueda usar un determinado tono para cada cosa. Esta técnica se puede adaptar a las preferencias de cada estudiante. Si prefieres el morado al rosa o el azul al verde no pasa nada, lo importante es establecer un código de colores y repetirlo cada vez que te enfrentes a una nueva materia.
Este es solo un ejemplo que puedes seguir para sacar el máximo rendimiento a tu tiempo de estudio. La recomendación general de los expertos en técnicas de estudio es hacer un subrayado destacado y grueso para resaltar las palabras específicas que se desean retener de un texto. Una línea fina puede ser útil para frases completas y más largas tipo las definiciones, mientras que el subrayado punteado se puede usar con los ejemplos.
3 - Tercera lectura - Acabado el subrayado con los títulos y subtítulos
La tercera lectura acaba con el subrayado de los títulos y subtítulos, justo al contrario de lo que hacen la mayoría de los estudiantes. ¿Por qué? «Porque no se hace tanto para aprender como para clasificar y organizar la información. Lo importante es trabajar y entender el texto. Títulos y subtítulos son accesorios», señala Sylvie Pérez. La experta insiste en que tampoco es necesario hacer todos los pasos del subrayado en un único día. «Se puede hacer por partes para ir reposando la información».
4 - Último paso, repasar - Objetivo: estudiar en la mitad de tiempo
La última parte de todo este proceso es «revisar el subrayado y mirar si nos vale. El objetivo de esta técnica de estudio es poder leer y estudiar toda la materia en la mitad de tiempo que si no la hubiésemos subrayado». También es aconsejable utilizar esta técnica de estudio pensando en para qué la utilizamos.
«Es decir, no se estudia ni se subraya igual para un examen tipo test, que para uno oral o escrito o incluso para hacer después un esquema. Lo que hace efectiva esta forma de estudiar es el manejo de la información.
Nuestro cerebro necesita trabajar la materia, entenderla. Por eso es tan importante destacar ideas clave, fechas, definiciones… El cerebro tiene que estar activo para que ese aprendizaje se consolide. Si únicamente subrayamos con una finalidad estética -aunque es evidente que unos apuntes bonitos son más agradables de estudiar- no activamos el cerebro de la misma forma y, por tanto, es más difícil que se nos quede», argumenta la experta de la UOC.
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