La caída en desgracia de la antigua aplicación líder de toma de notas, Evernote, se ha completado: hoy ha dejado de ser una compañía independiente para pasar a ser comprada por una desarrolladora italiana de apps móviles, Bending Spoons. Según ésta, Evernote sigue conservando "millones" de usuarios de pago, aunque no sabemos cuántos.
Sin embargo, está claro que el protagonismo que tuvo hace no tanto tiempo ha desaparecido. En The Register resumen la moraleja de la historia de este servicio de una manera muy actual:
"Frustra a suficientes usuarios y tu producto caerá. Guiño, guiño, Elon".
Para cuando esa 'nueva moda' de los smartphones empezó a imponerse en 2008, EverNote fue una de las primeras startups en subirse con éxito a esa nueva ola. La compañía, que llevaba para entonces 8 años comercializando software para Windows y Blackberry como el programa de reconocimiento de escritura manual ritePen y una espantosa aplicación de escritorio llamada también EverNote, se reinventó como una marca enfocada a aplicaciones y la nube.
Sí, también puso en minúscula la 'N' de su nombre. Y, para cuando iPhone salió finalmente al mercado, tenían lista una plataforma Evernote totalmente renovada en el aspecto de la usabilidad y la estética.
En ese momento, el pionero de la realidad virtual y el reconocimiento óptico de caracteres Stepan Pachivok, un amigo personal de Kasparov, era el hombre al mando de Evernote. Su discurso sobre la importancia de las aplicaciones potentes de toma de notas como complemento a la inteligencia y memoria humanas arraigó bien en el entorno de Silicon Valley, donde GTD y otros métodos de productividad empezaban a popularizarse.
Abarcar demasiado, innovar poco, y cabrear a los usuarios. Así no se triunfa, no
Así que, durante muchos años, Evernote se convirtió no sólo en una marca reconocida, sino en un producto 'trendy', que fue capaz de poner en el mercado toda clase de aplicaciones complementarias (app de recetas, extensión Clearly para navegadores, app de anotación Skitch) y productos físicos: llegó a vender agendas Moleskine, mochilas escáneres, lápices ópticos en Evernote Market, una tienda de productos 'life-style' lanzada en 2011 que tuvo que cerrar en 2016.
En ese momento, hacía sólo unos meses desde que la compañía había sufrido dos tandas de despidos en un solo año y desde que su CEO Phil Libin (sucesor de Pachikov) había dimitido para dejar paso al ex-responsable de Google Glass, Chris O'Neill.
"En última instancia, Evernote es una compañía de software", escribía entonces John Hoye, director senior de productos accesorios de Evernote. "Enfocaremos nuestros esfuerzos futuros en construir y perfeccionar la experiencia de Evernote". Spoiler: no lo hicieron.
El primer gran movimiento de O'Neill fue subir los precios de su producto estrella (un 40%) y reducir las funcionalidades de su versión gratuita. Si la aplicación tenía ya problemas para convencer a los usuarios gratuitos de pasarse al premium, este movimiento tampoco mejoró las cosas en ese sentido.
Qué tiempos.
Sumemos a eso la falta de innovación: la aplicación apenas incorporó mejoras entre 2015 y 2017. Las funciones 'Spaces' y 'Templates' no fueron ningún revulsivo revolucionario, y O'Neill dejaba paso, tras sólo dos años, a un nuevo CEO: Ian Small. En todo ese tiempo de espera, los rivales no se habían estado quietos, y habían lanzado al mercado alternativas como Standard Notes y OneNote, o propuestas verdaderamente innovadoras, como Notion.
Los usuarios gratuitos de Evernote, que percibieron como una bofetada la limitación de dispositivos sincronizables y de carga de archivos de la última actualización de la app, empezaron a 'hacerle ojitos' a la competencia. Y eso llevó a Evernote a su situación actual.
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