Por Lautaro D. Ferro
Este trabajo no pretende ser un manual de la práctica o teoría procesal, sino brindar algunos consejos prácticos que, considero, podrían ayudar a los abogados que se inician en el litigio. Es por ello que estas líneas quizás tengan poco sentido o utilidad para los abogados que litigan hace un tiempo, pues están pensadas, como dije, para aquellos noveles colegas.
La organización del trabajo
La organización del trabajo es clave. Como abogado litigante, en general, tus días se van a dividir y contar en 15, 10, 5 y 3 días hábiles, según se trate de la contestación de la demanda en un proceso ordinario, de un sumario (provincia de Buenos Aires y alguna otra provincia), recurso de apelación, y recursos de revocatoria, respectivamente.
Cuando se trata de un único tema parece sencillo organizarse, pero el día a día será otra cosa. Los plazos que al ser notificados parecen lejanos se pueden pasar (y se te pasarán) volando.
Mi recomendación es que cada vez que seas notificado de algo suspendas lo que estés haciendo y anotes el vencimiento. Luego de anotado el vencimiento seguí con lo que estabas. De este modo ya quedará agendado y no correrás el riesgo de olvidarlo.
Otra sugerencia es que todos los días te imprimas un listado de vencimientos. Yo lo hago incluyendo los próximos 30 días. De este modo puedo organizarme viendo qué vencimientos tengo por delante.
Las obligaciones de los abogados en general son de medios, pero los plazos son de resultado. Siempre digo que el juicio se puede perder por cualquier motivo, pero nunca porque se nos pasó un plazo.
Los intervinientes en el proceso
Seguramente en la facultad estudiaste que las partes del proceso son la actora (que demanda) y el demandado (que se defiende). También habrás estudiado la intervención de terceros en sus distintas variantes e incluso al amicusquriae. El análisis de estas figuras y cómo actúa cada una es, obviamente, importante, ya que de lo contrario no podrás saber qué rol le cabe a cada uno.
Pero lo que también es importante que sepas es que ese litigio, esa contienda estará llevada adelante por los abogados que representan y patrocinan a las partes. Esos abogados son tus “colegas”, y aunque te parezca poco probable, lo cierto es que durante toda tu vida profesional te los vas a cruzar en más de una oportunidad. A veces estarán enfrentados y otras, sin saber cómo, del mismo lado. Esto lo tenes que tener siempre presente para no dejar que la “acalorada” defensa de los intereses de tu cliente te gane un “enemigo” donde, en realidad, hay un “colega”. No quiero decir con esto que no debas ejercer todas y cada una de las defensas que correspondan. Sino que cuando escribas o estés en una audiencia no olvides que todos son abogados que se merecen el respeto profesional que corresponde en el ejercicio de la profesión, y obviamente, como personas.
Otros intervinientes en el proceso son los jueces, secretarios, prosecretarios y, en general, todos los empleados del Poder Judicial. Ellos también merecen el mismo respeto profesional y personal que tus colegas, dado que trabajan para llegar a la sentencia o a la mejor solución posible. Te puedo asegurar que muchas veces será más útil para tu cliente que tengas una buena relación con los empleados de la mesa de entradas que con el juez. Y cuando digo buena relación no me refiero a nada extraño. Con saludar amablemente y reconocer que ellos hacen su trabajo con seriedad es suficiente para que alguna vez te cuenten que el expediente está a estudio y saldrá en dos o tres días.
Los escritos
Una clave de nuestra profesión son los escritos. Si el escrito no se entiende no se comprende la pretensión o la defensa y si no te entienden lo más probable es que tu cliente pierda, aunque tenga la razón.
En mi opinión, los escritos más importantes del proceso son la demanda y la contestación; los alegatos, y los agravios o su contestación. Obviamente también hay impugnaciones de pericias, testigos u otro tipo de escritos que son importantes, pero centrándonos en estos que te he mencionado, notarás que todos ellos tienen una particularidad: todos cuentan una historia. La historia de tu cliente.
Esta historia se explica en el capítulo de los “hechos”. Es clave que los hechos sean claros, concisos, que tengan un hilo conductor que comiencen por una introducción, un desarrollo y finalicen con una conclusión.
Siempre tenes que tener presente que para tu cliente y para vos se tratará “del tema”, pero para los empleados y funcionarios del poder judicial es uno más de los miles que tienen para resolver. Obviamente todos tienen su importancia y merecen ser tratados con la misma diligencia, pero no nos engañemos, pensá si vos tuvieras que leer cientos de demandas y sus contestaciones, ¿cuál te gustaría leer o leerías con mayor detenimiento? Seguramente serán aquellas que no te parecen inicialmente demasiado largas, y además, aquellas que su lectura te resulte fácil. Y si tenés más de cuarenta años te gustará que tengan letra fácilmente legible (si cuando lees esto tenés menos de 30 años quizás te parezca una locura, pero si lo volvés a leer a tus 45 no tengo dudas de que lo comprenderás).
Algo que suelo hacer y que recomiendo para ver si el escrito pasa el “filtro” del entendimiento es dárselo a leer a otro abogado que no conoce el asunto. Si entiende lo que está escrito y no le resulta tedioso pasó el test. Si no lo entendió o se aburrió en la lectura hay que revisar el texto. Este sistema en la teoría suena simple de implementar, pero te puedo asegurar que, en la práctica, en el día a día, no será tan sencillo, porque seguramente estarás corriendo con los plazos y lograr esto supondrá que has trabajado con tiempo suficiente y buena organización.
Las defensas y las costas del proceso
Todos queremos defender de la mejor manera posible a nuestros clientes, pero al hacerlo tenemos que evaluar las posibilidades de éxito de las defensas que intentemos, pues si perdemos lo más probable es que ello ocurra con costas a su cargo. Por eso, al aconsejar una defensa o incluso interponer una demanda, tenemos que evaluar con el cliente las consecuencias que pueden derivar de hacerlo, siendo muy claros respecto a cuál es nuestro consejo y qué pensamos que puede ocurrir.
Las audiencias
Otro punto central en todo juicio son las audiencias. En general te encontrarás con la audiencia de apertura a prueba (art. 360 del CPCCN) donde también se puede llegar a tomar la prueba confesional. También están las audiencias de testigos, las que pueda llamar el juzgado para intentar una conciliación o las de pedidos de explicaciones a los peritos y partes.
Para las audiencias es importante tener en cuenta varias cosas, sin pretender agotar su enumeración, te diría que tengas presente las siguientes:
1) sí o sí tenes que conocer el expediente y el motivo por el que te llamaron a la audiencia;
2) no podés ir a un audiencia a “ver qué pasa”;
3) preparate con anticipación;
4) intenta pensar qué dirá el abogado de la otra parte y el funcionario del juzgado que vaya a intervenir;
5) siempre mantén la calma: el que se enoja, pierde;
6) se firme en tu posición. Si dudas, la otra parte o el funcionario del juzgado lo notarán;
7) nunca, jamás, le faltes el respeto al abogado de la otra parte o al funcionario del juzgado. No sólo porque, como dijimos antes, es la conducta que corresponde a cualquier hombre de bien que vive en sociedad, sino porque en ambos casos, tanto ellos como vos están haciendo su trabajo. El abogado de la otra parte defiende los intereses de su cliente como vos defendés los del tuyo, y el del juzgado intenta que se haga justicia de modo imparcial;
8) si van a declarar testigos interiorizate sobre qué tema van a declarar. Intenta anticipar las preguntas que podrías hacer y las que podría hacer la otra parte;
9) está atento a lo que va ocurriendo en la audiencia, al “clima” que se va generando. Lo más probable es que sea tenso, por eso es importante que intentes ir “leyendo” lo que pasa a tu alrededor, con el audiencista, el juez o el secretario (si están en la audiencia) o con el testigo que declara, a quien seguramente no podrás mirar a la cara porque estará declarando de frente al audiencista y vos sentado a sus espaldas, pero podrás escuchar su voz;
10) algo que aprenderás rápido es que si en la audiencia el juez, el secretario o el audiencista te dicen que están de acuerdo (o no) con una pregunta que se intenta hacer a un testigo, si planteas una incidencia formal e insistís, lo más probable es que la pierdas con costas; y
11) si hay una incidencia y perdés con costas, no te olvides de apelarlas en el momento.
Las pericias
Es muy importante que le comentes a tus clientes sobre la posibilidad de contar con consultores técnicos especializados en las pericias que se van a ofrecer. Ello porque, como abogados, es muy probable que no conozcamos las ciencias que pueden involucrar a esas pericias, y sin la ayuda de esos especialistas nos resultará muy difícil ofrecer puntos de pericia de forma adecuada, o en su caso, observar o impugnar las respuestas de los peritos.
Además, los consultores técnicos, cuando tienen experiencia en la realización de pericias, suelen tener un muy buen manejo de las reuniones donde se compulsa la información, lo que pueden resultar clave en el informe que finalmente presenten los peritos.
Los alegatos
Es la oportunidad que tenés para sintetizar de un modo armonioso y claro qué fue lo que lograste probar y qué fue lo que la otra parte no logró acreditar.
No lo desperdicies con escritos engorrosos que no dicen nada concreto o útil. Un buen alegato puede ayudarte a ganar si logras mostrarle al juez de un modo simple y concreto que probaste lo que dijiste al demandar o al contestar la demanda.
Hay tantas técnicas para hacer alegatos como abogados, pero a mí me parece útil la que va recordando lo que se dijo en la demanda y luego se lo acredita con las pruebas producidas. Por ejemplo, si tu cliente reclamó por cobro de facturas, podés decir que se acreditó que las facturas están impagas con la respuesta XXX del perito contador de fojas XXX, que no fue impugnada por la contraria.
Indicar las fojas en las se manifestó algo y dónde se encuentra acreditado es muy útil para que el juez pueda usar tu alegato como una suerte de “índice” que le indica dónde tiene que ir a buscar esa información o prueba. Por eso es muy importante que seas preciso con la indicación de las fojas y que sean fácilmente ubicables en el alegato. A mí me resulta escribir las fojas con negritas de modo tal que sea simple leerlas (por ejemplo: fojas 535).
Los recursos
En estos escritos tenes que lograr mostrar que lo que se resolvió es incorrecto desde el punto de vista de los hechos probados en el expediente o del derecho que corresponde aplicar. No sirve que vuelvas a reiterar lo que ya dijiste o que escribas lo mismo de otro modo. Lo que tenes que hacer es analizar la resolución o sentencia, desmenuzarla y atacarla en todos los puntos que causen agravio.
Al hacer esto debés ser preciso, mostrando dónde se equivocó el juez, ya sea en la apreciación de los hechos (por ejemplo, en la sentencia se dice que el semáforo estaba en rojo, pero la prueba pericial y las cámaras de seguridad agregadas a fojas XXX muestran que estaba en verde) o el derecho (por ejemplo el juez sostiene que se aplica la ley XXX, pero esa ley no aplica porque la situación analizada se encuentra contemplada en la ley ZZZ).
Si lo que estás haciendo es contestar los agravios de la otra parte, lo que tendrías que hacer es apoyar con mayores y mejores argumentos la sentencia del juez, de modo tal que la complementes o profundices, y así la Cámara tenga un panorama bien completo de los motivos de hecho y derecho por los que tiene que confirmar la sentencia.
Trabajar en equipo
Trata de trabajar en equipo. Si tenes la oportunidad de trabajar en un estudio con varios abogados aprovéchalos y, al mismo tiempo, sé generoso con tus compañeros. Si trabajas sólo, no importa, seguro que conoces a otros abogados, compañeros o amigos de facultad a quienes podrás consultarlos en caso de dudas. Te sorprenderá ver cómo otros abogados tienen puntos de vista distintos sobre un mismo tema o ya pasaron por situaciones similares. Escúchalos, quizás no estés de acuerdo, pero no importa, el punto de vista o el consejo seguramente te resultará de utilidad, aunque sea para descartarlo o para confirmar que estabas por el camino correcto.
En mi experiencia es increíble como grandes calamidades procesales o discusiones doctrinarias se resuelven -o por lo menos se llega a buen consenso sobre qué curso de acción tomar- charlando informalmente con otros integrantes del estudio.
Los clientes
Al litigante, los clientes lo llaman cuando tienen un problema que no pueden resolver de otra manera. Si litigas, no estarás en escena cuando se firma el contrato y todos brinden contentos, sino que te llamarán cuando el contrato no se cumple y la alegría se terminó para convertirse en enojo.
Es importante que siempre vayas preparado a las reuniones con los clientes, ya sean en persona, por video conferencia o telefónicas. El cliente espera de los abogados en general, y de los litigantes en especial, que se les tramita seguridad, tranquilidad. Quieren y necesitan tenerte confianza. En un punto “sos su médico legal”. Por eso, si vas a una reunión sin estar preparado y el cliente siente que dudas o que le generas dudas no se va a quedar tranquilo y es muy probable que busque consejo con otro colega.
Durante tu vida profesional, en más de una oportunidad ocurrirá que un cliente te llame o pida una reunión de urgencia, que no puede esperar. En este tipo de situaciones trata de hacerle preguntas que te permitan conocer, aunque sea de modo superficial, sobre qué tema van a conversar. Por ejemplo, si te dice que será sobre un deudor que se concursó y hace rato que no ves la ley de concursos y quiebras, léela antes de ir a la reunión, aunque sea en el taxi. La ley la aprendiste en la facultad y seguramente con una leída recordaras los conceptos necesarios para afrontar la reunión con seguridad. Luego, una vez que sepas de qué se trata el tema podrás -y seguramente deberás- profundizar el análisis para poder definir la estrategia, pero habrás logrado generar la confianza y seguridad necesarias en tu cliente en esa primera reunión para que te siga contratando.
Otro tema importante es ser siempre honesto con el cliente. Estudiar bien el problema y explicarle cuál es, según tu mejor saber y entender, su situación y qué chances de éxito o derrota consideras que tiene en su caso. Con esto no quiero decir que tengas que aseverar sin lugar a dudas que va a ganar o perder, pero sí que, luego de analizar en profundidad el asunto, y recomendar los posibles cursos de acción, le expliques cuáles son las consecuencias de las distintas alternativas y cuál consideras que para su caso es la mejor.
A modo de síntesis
Espero que estas sugerencias te ayuden a litigar, se me ocurrió escribirlas porque me hubiera gustado conocerlas desde mi primer juicio; sin embargo las aprendí como la gran mayoría de nosotros: con el tiempo; algunas a prueba y error -que suele ser el método más doloroso, pero también el más efectivo, porque ese error no lo olvidarás jamás- y otras a través de varios abogados con más experiencia que, con generosidad, me las fueron enseñando durante los años de ejercicio y debo decir que, gracias a Dios, muchos de ellos al día de hoy lo siguen haciendo.
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