En la Roma clásica, existÃan tres maneras distintas de interpretar el poder:
el «imperium», la «potestas» y la «auctoritas»
El “imperium” era un poder absoluto propio de quienes tenÃan capacidad de mando, se trataba fundamentalmente, de los cónsules y los procónsules. Luego estaba la “potestas” que era el poder polÃtico capaz de imponer decisiones mediante la coacción y la fuerza.
Y, por último, existÃa la “auctoritas” que era un poder moral, basado en el reconocimiento o prestigio de una persona.
En los dos últimos conceptos, la auctoritas y la potestas, descansaba en el equilibrio del Estado Romano.
La auctoritas, significa literalmente significa autoridad; hace referencia a un poder no vinculante pero socialmente reconocido.
Era básicamente propiedad de los miembros del Senado y de los juristas, aquellos estudiosos o “sapientes” del Derecho, que en razón de su capacidad y reputación eran requeridos para interpretarlo. TenÃan la capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre un asunto.
Aunque hay que aclarar que esa decisión no era vinculante legalmente, ni podÃa ser impuesta.
Por lo tanto, alguien investido de auctoritas era obedecido, no porque pudiera imponer sus decisiones, sino porque, en teorÃa, sus decisiones eran sabias y justas.
Por el contrario, la potestas era propia de los magistrados, nombrados y dependientes de la autoridad estatal, o lo que es lo mismo, del poder establecido. Sus decisiones eran obligatorias. Y no lo eran su bondad o corrección, como en el caso de los juristas, sino porque asà lo decÃa la Ley.
En aquella época era frecuente que los magistrados, o potestas, recurrieran a los jurisconsultos, o auctoritas, a fin de interpretar los pasajes oscuros de la ley. Asà se producÃa un equilibrio simbiótico entre ambos poderes asentado en la necesidad y beneficio mutuo.
Mientras los primeros consiguen la opinión de un experto y asà dictar resoluciones con apego a la justicia, los segundos obtenÃan la oportunidad de conocer en la práctica casos reales a los que aplicar las fórmulas que en teorÃa han desarrollado.
A final, todo se simplifica en que la Potestas es la ley, se basa en un poder que no se cuestiona, se tiene y se ejerce, mientras que la Auctoritas no la concede la ley, se gana demostrando a los demás, a través de la experiencia, que se es digno de respeto.
Y es que el hecho de tener poder para aplicar tu voluntad, no significa que otros vayan a aceptarla porque sÃ, a menos que ésta se administre por la fuerza.
Por Yolanda RodrÃguez – Carlos Berbell
No hay comentarios:
Publicar un comentario