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miércoles, 7 de diciembre de 2022

El primer código legal de la Humanidad fue escrito… en piedra

En la Antigüedad, eran los dioses quienes dictaban las leyes a los hombres –o eso pensaban aquellos hombres y mujeres, antepasados nuestros-. Por eso, las leyes eran consideradas sagradas y los primeros jueces, sacerdotes.



El primer texto legal de la Humanidad fue escrito sobre una gran estela de basalto negro de más de dos metros de alto.


Es el Código de Hammurabi, que fue cincelado hacia el 1700 antes de nuestra era –o, como se decía antes, antes de Cristo.


Representa exactamente eso, al rey Hammurabi de Babilonia recibiendo de Samash, dios del Sol y la justicia, las leyes que se debían cumplir para fomentar el bienestar entre las gentes.


Hammurabi fue el sexto rey de Babilonia, una ciudad-estado que se encontraba al sur en lo que hoy es Irak. Y reinó en el siglo XVIII antes de nuestra era.


Su código legal marcó un antes y un después en la aplicación de las leyes. Porque, por primera vez, grabó en piedra la ley, como demostración de su inmutabilidad y su origen divino.


ARREBATÓ EL PODER JUDICIAL A LOS SACERDOTES

También fue, hay que decirlo, una maniobra muy inteligente para arrebatar el poder judicial que, hasta ese momento, ejercían los sacerdotes. Hammurabi decretó que la administración de justicia la llevaran sus funcionarios.


El rey ordenó colocar la estela de basalto, conteniendo el código -una recopilación de todas las leyes civiles y penales existentes- en el centro de su capital, para que todo el mundo pudiera verlo, aunque pocos podían leerlo, porque el analfabetismo era generalizado. Estaba escrito en akkadian, la lengua de Babilonia.


Pero no fue la única. Se hicieron varias copias, que se distribuyeron por todo el reino, para impedir que los ciudadanos se tomaran la justicia por su mano, aunque esta es la única que se conserva.


Consta de un prólogo, 282 leyes y un epílogo, donde se regula la vida social y económica en todos sus aspectos, estableciendo un riguroso e implacable sistema penal, basado por lo general en la conocida “Ley del Talión”, o lo que es lo mismo “ojo por ojo, diente por diente”.


LA PENA DE MUERTE ERA FRECUENTE PARA DELITOS MENORES

Así, quien cometía un delito era sancionado con un castigo similar al daño ocasionado.


Según el Código, por ejemplo, “Si un hombre destruye el ojo a otro hombre, se le destruirá el ojo”, “Si un hombre destruye el hueso a otro hombre, se le romperá un hueso a él”, o “Si un hijo pega a su padre se les cortarán los dedos”.


La pena de muerte era frecuente aún para delitos menores, como la vagancia o los falsos testimonios, entre otras cosas.


También había castigos para los constructores de casas: “Si un constructor levanta una casa para un hombre y no la hace firme, y la casa que ha construido se derrumba y causa la muerte a su propietario, el constructor será ejecutado. Si causara la muerte de un hijo del propietario de la casa será ejecutado un hijo del constructor. Si causara la muerte de un esclavo, le entregará al propietario un esclavo de igual valor”.


A pesar de que ahora, este Código nos parezca cruel, e incluso brutal, por establecer el principio de proporcionalidad de la venganza, es decir, la relación entre la agresión y la respuesta, en su momento supuso una innovación, ya que era una forma eficaz de contención contra la venganza sin límite a la que anteriormente estaban sometidas las personas.


Antes, sin la existencia de ley escrita, era fácil que cada juez-sacerdote actuase como más le conviniera, aplicando el castigo que su estado de humor le dictara en cada momento.


SU ECO SE SIENTE EN OTRAS CIVILIZACIONES POSTERIORES

La repercusión del Código en la historia del Derecho es indudable. Muchos de sus preceptos son recogidos en las legislaciones de hebreos, griegos y romanos.


Además, su percepción de que la Ley se consolida y conoce gracias a la escritura pervive hoy en la mayoría de los sistemas jurídicos modernos.


Este Código de Hammurabi que aparece en la foto que encabeza este artículo fue encontrado en Persia en 1901. Se desconoce su procedencia. Actualmente se halla en el Museo del Louvre; es una de las maravillas que nos ha legado la antigüedad y uno de las primeras iniciativas legislativas de una Humanidad que comenzaba el camino de la civilización.

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