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miércoles, 29 de diciembre de 2021

Ganancias Deportivas, la estafa mendocina que reveló la ambición

 Auge y ocaso



A fines del 2020, San Rafael, en el sur de Mendoza, transitaba la pandemia con tantas complicaciones como el resto del país. Sin embargo una fiebre se expandía con más fuerza que el coronavirus: Ganancias Deportivas (GD). Y el contagio no era a través de estornudos ni contactos estrechos. Lo que infundía la locura era la promesa de volverse millonario sin trabajar.


A los tibios los vomita Dios”, repetía -citando al Apocalipsis de San Juan- David Villegas, referente principal de aquel milagro. Todavía no había tantos que conocieran su nombre. Pero la gente lo seguía cada vez más, y no sólo de forma espiritual sino poniendo plata en esa "empresa" que ofrecía el paraíso a la vuelta de la esquina.


Hubo personas que vendieron su auto o un terrenito. Hubo quien aportó su indemnización o sus ahorros. A su vez, muchos de los discípulos conquistaban nuevas voluntades. Villegas calculaba que sólo en San Rafael había más de 40.000 involucrados, sobre una población de unas 200.000 almas.


El origen

En teoría, la sede central de Ganancias Deportivas está en Costa Rica. Pero si uno tira del hilo, las pistas sobre su origen conducen a España, y más concretamente a un grupo de “empresarios” con experiencia en estafas de tipo Ponzi o piramidales.


Entre esos fundadores estaba Rafael Gil, quien en diálogo con el diario español El Confidencial contó cómo surgió el negocio: "Me fijé en mi cuñado, que estaba enganchadísimo a las apuestas, y pensé que la gente podía pagar por esto", relató.


Por aquella época -2017, 2018- empezó a sonar en el mundo hispanohablante un anglicismo pegadizo: tipster. Los tipsters eran tipejos capaces de investigar los resultados de las apuestas y encontrar patrones; una lógica en el aparente caos. Gracias a esa especie del hackeo, se volvían multimillonarios.


Y uno podía darle dinero a un tipster para que él, con su ojo de especialista, le optimizara la inversión. Pero, ¿quién conocía a un tipster? No mucha gente. Tal vez tuviera futuro una empresa que mediara entre esos genios y el timbero común y corriente. Ese era uno de los supuestos objetivos de Ganancias Deportivas: juntar al que tenía unos mangos con el que sabía multiplicarlos.


Lo cierto es que a los incautos que andan sueltos por ahí les interesaba ganar plata, no controlar si realmente existían esos tipsters. Tampoco importaba demasiado si los fondos eran legales o si terminaban financiando a un delincuente. Lo importante era salir de pobre. Y para eso la lista de interesados es inagotable.



Cuando la Justicia mendocina solicito; a los referentes de GD que explicitaran cual era la sede de la empresa, ellos presentaron este documento de Costa Rica, donde figuran como presidente Miguel Rodriguez-Acosta y como secretario Jose Carlos Morera -ambos españoles-, con un capital que ronda los 23.000 pesos argentinos.


Cualquiera que investigue las estafas piramidales descubrirá un método sencillo para distinguirlas: cuando es más importante meter gente a la red que vender el producto o el servicio, hay que encender las alarmas. Existen, desde luego, modos de disimular el timo. La tapadera puede ser, por ejemplo, un presunto sistema de márketing multinivel, en el que los vendedores de algo se organizan de forma jerárquica. Es lo que hizo GD.


Rafael Gil dice que cuando la empresa empezó a orientarse en esa dirección, a él lo expulsaron del núcleo fundador. Al anzuelo de las apuestas se le sumó esa supuesta estructura multinivel y más tarde llegó la frutilla del postre: las transacciones en criptomonedas. Esos ingredientes, más la crisis económica y la ambición de los mendocinos, generaron la nitroglicerina que haría estallar el bolsillo de medio San Rafael.


La oferta era más que tentadora: uno ponía dinero y obtenía un 20% de rendimiento mensual gracias a los tipsters que movían los fondos globalmente. Un beneficio que no se da ni en el más suculento de los negocios reales.


San Rafael y su obsesión

Villegas es un sujeto rellenito y con cara de bonachón que a principios de 2021 juraba -con expresión emocionada- “haberle encontrado la vuelta” al sistema capitalista sumándose a GD. Algunos medios de Mendoza, de hecho, lo posicionaban como la encarnación cuyana del self-made man.


“Yo tenía una verdulería, vendía y compraba autos; estuve en otra empresa de mercadeo, donde aprendí que en la vida todo depende de uno (...). Entendí que si los grandes millonarios del mundo tienen dos ojos, dos orejas, una nariz, lo que los hace diferentes es la información que tienen”, ilustró Villegas en una entrevista que ofreció en plena pandemia.


La curva de crecimiento de GD coincidió con el derrumbe del PBI de la Argentina, que a lo largo de 2020 cayó un 9,9%, marcando el tercer año consecutivo a la baja. Con semejante panorama, promover GD era como cazar en un zoológico.


En los encuentros virtuales y mensajes de las redes se mantenían ciertas constantes. Imágenes de la película El lobo de Wall Street -a favor del protagonista, claro-, apelaciones a “ser valiente”, “animarse a más”, etcétera.


El boca en boca hizo su trabajo y la gente siguió metiendo sus ahorros. Tras recibir un informe del periodista Nicolás Attias, el fiscal Javier Giaroli inició una investigación de oficio. Aún no existía ni una sola denuncia contra GD, y el fiscal tenía que aguantar miradas de soslayo cuando caminaba por las calles sanrafaelinas. Era el "amargo" que venía a pinchar la esperanza de toda una comunidad, o de buena parte de ella.


"A diferencia de otras empresas que no tienen nada para vender o para comprar, nosotros ofrecemos un servicio, que son estas apuestas con muchísimos aciertos que producen los especialistas y que nos traen ganancias", machacaba Villegas en sus apariciones mediáticas.


Después se complicó todo. El final

El 1 de julio, el fiscal Giaroli organizó una conferencia de prensa para explicar que GD tenía todas las características de una estafa. Para llegar a esa conclusión se basó en varias pistas. Por un lado, para el Estado argentino la empresa no existía, no había ningún registro de ella y tampoco tributaba en ninguna parte. Por otro, los referentes de la compañía nunca habían presentado los comprobantes de las apuestas que supuestamente concretaban sus legendarios tipsters.


Incluso el fiscal se contactó con Lisandro Kaunitz, un neurocientífico argentino que trabaja en la Universidad de Tokio y que en un momento sí logró desplumar a los sistemas de timba del fútbol europeo. Kaunitz había publicado, entre otros, un artículo titulado Venciendo a las casas de apuestas: explicación de la estrategia; donde detallaba con fundamentos matemáticos cómo se podían obtener beneficios extraordinarios.


Pero había un detalle: las empresas que se dedican a esto no son estúpidas, y cuando se dieron cuenta de que Kaunitz ganaba siempre, lo identificaron y limitaron el monto de las apuestas que podía hacer. El científico le explicó esto a la fiscalía. Por lo tanto, si de verdad los tipsters de GD la tenían tan clara, las corporaciones del ramo ya los habrían bloqueado.


Kaunitz reveló que él y su equipo encontraron maneras de vencer a las casas de apuestas, pero aclararon que las firmas los bloquearon para protegerse.


Igual la gente se siguió metiendo, incluso en otras provincias y -sobre todo- en el conurbano bonaerense. El bonaerense Marcelo Capobianco vio cómo su hija pedía un préstamo de 500 mil pesos para poner la plata en GD. Se quedó con la deuda a pagar en 24 meses y sin los beneficios prometidos.


Hubo otros. Empleados que dejaban sus trabajos “para empezar a vivir”; fleteros que vendían su camioneta con la ilusión de comprarse tres o cuatro tras esperar un par de meses.


Simultáneamente, llegaron las denuncias de los primeros usuarios que se consideraron estafados porque no les daban la plata que les habían prometido -y a veces ni siquiera la que habían aportado-. Al principio se los silenció con dinero. En septiembre eran cientos -se habló de más de quinientas denuncias-. Sólo la UFI de San Martín (provincia de Buenos Aires) ya había recibido 30.


Al ver que la mano venía complicada, Villegas, el gurú, anunció que “se abría” del proyecto. Y hasta su propia hija lo denunció por estafa.


En qué está la causa hoy

Entre tanto, se armó lío en relación al expediente. La causa "madre" que tenía Giaroli fue remitida a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, porque no se sabe si el caso pertenece al ámbito provincial o al federal. Ese conflicto aún no se resuelve y los afectados en diversos puntos del país se acumulan. (Problemas de competencia)


El pasado 7 de noviembre, Villegas apareció en un vivo por Internet, conversando con un referente de Costa Rica que entre risas y simpatías le comentaba que uno de los popes de la empresa “le había hablado con lágrimas en los ojos, porque quería pagarles a todos pero no iba a saber cuándo iba a poder”.


Villegas remató aquella intervención con una frase típica de su estilo “motivador”: “No se dejen robar los sueños. El partido no terminó”. Más tarde denunció a dos históricos de GD, Ginno Ferrugiaro y Antonio Manuel Buendía, por haberlo metido en GD desde Europa y por no haberle liquidado 5.000 euros que le tendrían que haber depositado en julio de 2021. O sea que él dice ser "un estafado como cualquiera".


Hay más. Hace aproximadamente veinte días, se contactó con la fiscalía de San Rafael un abogado, Martín Guerrero, quien comentó que “estaba autorizado” para iniciar negociaciones con “quien se sintiera víctima” de la red. El clima está tan caldeado que una audiencia de conciliación con fecha para el 28 de diciembre tuvo que ser suspendida porque trascendió que algunos de los asistentes podían actuar de forma imprevisible y hasta convocar a la barra de algún club de fútbol para "reforzar" sus argumentos. Para evitar tumultos, se frenó la convocatoria.


Lo que se dice ahora es que los que quieran negociar tendrán que contactarse individualmente con Guerrero, el abogado. Sumado a todo eso, la fiscalía pidió la elevación a juicio de la causa que surgió de la denuncia que hizo la hija de Villegas. La joven dijo haber perdido muchísimo dinero cuando su papá le bloqueó el acceso a su cuenta de GD.


Al cierre de esta nota, nadie sabe a ciencia cierta cuál será el desenlace de la historia. A falta de grandes anticipos, acaso sea este rincón final el sitio para aportar una pequeña anécdota. Una vez alguien habló con un fanático de las estafas y le preguntó cómo hacían los psicópatas para convencer a tantas víctimas. El otro, medio en chiste y medio en serio, le contestó: "Para que haya un cuento del tío tiene que haber sobrinos. Y el mundo, querido amigo, está repleto de sobrinos". Conclusión,  todo queda en un "veremos"

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