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domingo, 14 de junio de 2020

Los 10 mandamientos del gran estafador

Victor Lustig es uno de esos hombres cuya vida podría ser contada en el cine, sin muchas florituras, y aun así nos parecía un poco exagerada.

Nacido en 1890 en lo que entonces era el Imperio Austrohúngaro, acabó siendo buscado por decenas de cuerpos de policías de distintos países. Fue capaz de estafarle varios miles de dólares al mismísimo Al Capone.

Uno de sus timos consistía en ofrecer a los pasajeros de los transatlánticos una máquina de imprimir dinero en la cuál metía papel blanco y salían billetes de cien dólares; luego se quejaba que la máquina sólo sacaba cien dólares cada seis horas, los timados hacían números y compraban dicha máquina por miles de dólares. Durante las siguientes doce horas, la máquina producía dos billetes de 100 dólares. Después de eso,  sólo producía papel en blanco, ya que no tenía mas billetes de 100 dólares en su interior. Cuando los timados se daban cuenta de que habían sido estafados, él se encontraba ya muy lejos.

Lustig alcanzó la cumbre cuando vendió la Torre Eiffel.

La Torre Eiffel había sido construida para la Exposición de París de 1889 y unos años después había dudas sobre su destino, como las había habido antes. En ese contexto Lustig acompañó a varios hombres de negocios a una visita, haciéndose pasar por un funcionario francés. Dijo al grupo que el mantenimiento de la Torre Eiffel era muy costoso para la ciudad y no la podían mantener por más tiempo, y quería venderlo como chatarra. Incluso fue capaz de hacerse pasar por corrupto para anular las dudas y reticencias que tenía uno de aquellos hombres de negocio, que había picado el anzuelo. Al final la operación fue un éxito. Rápidamente tomó un tren a Viena y desapareció con el dinero. Sorprendentemente, no pasó nada. El comprador había sido timado tan humillantemente que no se atrevió a acudir a la policía.

En lo suyo Lustig era un maestro y, sabiéndolo, en 1936 escribió una lista de las normas que debe seguir cualquiera que desee convertirse en estafador. La lista encaja con lo que podría ser el patrón de comportamiento de un gran personaje:

 1.- Escucha con paciencia (por eso, y no por hablar deprisa, triunfan los golpes de un estafador).

2.- Nunca parezcas aburrido.

3.- Espera a que la otra persona manifieste cualquier opinión política, luego muéstrate de acuerdo con ella.

4.- Deja que la otra persona revele sus creencias religiosas, luego afirma tener las mismas.

5.- Insinúa una conversación sexual, pero no la sigas a menos que la otra persona muestre un gran interés.

6.- Nunca hables de enfermedades, a menos que el otro muestre alguna preocupación especial.

7.- Nunca curiosees en las circunstancias personales del otro (al final te lo contarán todo).

8.- Nunca alardees. Sólo deja que tu importancia resulte silenciosamente obvia.

9.- Nunca vayas desaliñado.

10.- Nunca te emborraches.

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